Es curioso cómo, en la vida de una persona, aparecen
personas que marcan a uno de un modo o de otro. En ocasiones, esas personas nos
marcan para bien, nos hacen sentir mejor, pero también está el caso contrario.
Todos conocemos a alguien que sabemos que tiene poder sobre
nosotros, un poder que nosotros mismos le damos y que le permite desbaratar toda
nuestra vida en un momento. Estas personas pueden despertar sentimientos muy diversos
sobre nosotros y no somos capaces de contenerlos.
Pero, ¿Por qué sucede esto? ¿Es algo permanente? Por lo que
he visto, esta influencia se acaba, tarde o temprano la persona se da cuenta de
que la situación no le beneficia en ningún aspecto y aprende a ignorar las
sensaciones despertadas por la otra persona, aprende a reprimir tanto esa
influencia que, al final, no siente el “poder” de la persona.
El origen de esta influencia puede ser muy diverso, pero
normalmente responde a una sensación de inferioridad con respecto a esa persona.
Se suele pensar, en el fondo, que se es inferior y que, la otra persona, nos
dirige porque sabe hacerlo mejor que nosotros mismos. Otra situación es cuando
la persona utiliza la pena o los sentimientos que despierta en nosotros para
manipularnos, conscientemente o no.
En definitiva, yo recomiendo que, aunque duela, hay que
pensar por uno mismo, no hay que dejar que nadie dirija nuestra vida, aunque la
situación sea cómoda al principio, ya que, siendo sinceros, si piensan por
nosotros, ¿Para qué lo vamos a hacer nosotros? Porque es necesario y, a la
larga, sano y muchísimo mejor.
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