¡Hola a todos, he vuelto! Perdón por tanto tiempo pero he
estado ocupado y además he hecho un cambio de imagen al blog.
Bueno, en esta entrada hablaré de Menorca, este año he
pasado unos días en la isla y, la verdad, me sorprendió. Yo pensaba que Menorca
era parecido a Calafell, Barcelona o Ibiza pero no, las pequeñas calas
menorquinas en las que uno se puede bañar prácticamente solo, lo pequeña pero a
la vez enorme que es la isla y la variedad que ofrece la hace genial.
Por supuesto existen playas que están a reventar como
Macarella o su “hermana pequeña” Macarelleta, pero no tienen nada que ver con
las playas de la península. Para empezar no son playas en las que uno pueda ir
en coche hasta la arena, tienen rocas y vegetación, a las pequeñas calas solo
se puede acceder en barco (como hice yo) o caminando por la montaña un buen
rato y, la gran diferencia, el agua es completamente cristalina y hay un montón
de peces cerca de la zona de baño.
Me resulta gracioso que gente como yo pensemos que, para
disfrutar de playas así, hay que volar hasta Punta Cana, Cuba o algún destino
parecido, es decir, pasarse doce o catorce horas en un avión recluido y no
sabemos que, a solo media hora de avión tenemos Menorca, con sus calas
preciosas y su maravillosa gente, como los hippies que viven en las cuevas de
las calas, vendiendo sus collares y pulseras hechos a mano.
Así que, la conclusión es que valoremos lo que tenemos,
porque es posible que encontremos un paraíso mucho más cerca de lo que creíamos
que estaba.
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