viernes, 13 de septiembre de 2013

Universitarios!

La semana que viene empiezo la universidad. Después de dos años de preparación hice selectividad, me matriculé y empecé a dirigir mi vida hacia un punto más concreto.

No os voy a engañar, la idea de, después de quince años, dejar a todas las personas que he conocido y los lugares donde he pasado la mayor parte de mi vida no me hace mucha gracia, pero a la vez, siento ese cosquilleo del que empieza algo totalmente nuevo.

La universidad es un lugar extraño en el que, cada vez más, uno es simplemente un número y se pueden pasar estos cuatro años de dos formas:

1.     1.  Pasar de todo, dedicarse a aprobar los exámenes con la mayor nota posible y no hacer mucho ruido para pasar desapercibido ese tiempo hasta poder huir hacia el futuro.

2.     2.  Implicarse, desconectar de tu mundo anterior y centrarte en el presente y el futuro, dejar a todos los amigos del instituto, colegio e infancia atrás y avanzar sin remordimientos.

Yo personalmente no creo que escoja ninguna de esas opciones, yo escogeré mi propia opción, la primera exige ser una persona discreta, comedida, que pase desapercibida…. Lo contrario a mí, y la segunda, requiere una personalidad que te permita confiar plenamente en personas que no conoces y una mente que pueda olvidar todo lo vivido y los sentimientos hacia los que fueron compañeros tuyos.

Yo espero conservar parte de las personas que conozco, hay algunas personas que se perfectamente que van a seguir formando parte de mi vida y otras que, sinceramente, no me importaría no volver a ver nunca.

Mi postura es semiconservadora, es decir, quedarse con lo bueno de los dos lados, de la etapa ya pasada sin renunciar a lo bueno que puede haber en la próxima etapa.


Cada uno que elija.

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