viernes, 27 de septiembre de 2013

Las Raices Son Las Raices

En septiembre se cumplen 16 años desde que empecé en la escuela que, en el mismo mes, se ha convertido en mi “antigua escuela”.

Haciendo balance me he dado cuenta de que, de los que empezamos en P3 juntos, no quedan muchos, algunos se han ido y siguen en contacto y otros se fueron y simplemente desaparecieron completamente.
Yo soy de los que piensan que, el contacto, se pierde si una de las dos partes quiere. Cuando dos personas dejan de hablar, siempre ocurre que una de las dos intenta, sin éxito, reanimar esa relación terminal sabiendo que, al final, por cansancio, por desgaste o por propio orgullo, dejara morir la relación sin el mínimo remordimiento.

Pero, en mi caso, creo que los que quedamos y nos mantenemos en contacto, somos los que tenemos algo de conciencia por los otros y, realmente, sentimos cierto aprecio por los otros. No todos son iguales, algunos de los que siguen en contacto son prácticamente desconocidos que solo se convierten en amigos cuando necesitan algo.

Realmente no me puedo quejar, con todos los que han querido mantener el contacto conmigo tengo una relación muy buena y, la mayoría de las amistades más cercanas que tengo, las conocí ese septiembre de 1997.

Durante estos años, algunos no nos hemos separado aun hasta este año, eso me hace preguntarme: ¿Seguiremos en contacto a partir de este año en el que nos separamos? ¿Se mantendrán las relaciones establecidas hace ya 16 años o simplemente pasaremos a ser desconocidos en un periodo de un año aproximadamente?


Sinceramente, opino que algunos desaparecerán de mi vida en breves, pero, en fin, como decía Marilyn Monroe “Ninguna mujer necesita a un hombre que no la necesite a ella” y yo, aunque no sea mujer, estoy completamente de acuerdo con ella.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Miau!

Desde hace unos cuantos meses hay un nuevo miembro en mi familia, un gato de “raza europea y tamaño mediano, con pelo corto color atigrado naranja” como dice en sus papeles (si, los gatos tienen papeles) y que, mientras escribo muerde el cable del ordenador, retoza por mis piernas y me mira atentamente.

Siendo mío (legalmente es de mi hermana pero bueno) no podía llamarse de otra forma: Elvis. En un principio, después de superar la muerte del pastor alemán que me acompañó desde los tres años, yo me opuse a más mascotas y fue mi hermana, con su ímpetu, la que me hizo aceptar y, entre los dos, convencimos a nuestra madre. No nos costó mucho, la verdad.

Tener un gato, teóricamente, no es fácil, pero a la práctica te das cuenta de que no es tan complicado, sobre todo si antes has tenido un perro… Elvis, por sí solo, utiliza la arena para… sus cosas, no araña muebles ni cortinas y es un compañero excelente. Yo paso mucho tiempo con él y nos entendemos muy bien, cuando quiere, dormimos juntos y vemos la tele, jugamos… es un hermano más.

Elvis no solo es bueno con nosotros, tiene una “Tita” con la que juega siempre que viene a visitarlo y, cuando yo quedo con ella, al volver a casa me huele y se queda un rato ahí, oliendo a ella, a parte, gracias a mi cuenta de Instagram y Facebook, tiene bastantes fans, incluso de otros países.

Hay gente que piensa que estoy obsesionado con mi gato… en parte tienen razón, pero es que yo lo veo como un hijo o un hermano pequeño, nunca me deja solo y encima se lleva bien con mi entorno, es perfecto para mí, no pide mucha dedicación, solo un plato de pienso, agua, el rascador, la arena y, de vez en cuando, un yogur a medias.


Desde aquí recomiendo encarecidamente meter un gato en vuestras vidas, pero solo si sois responsables, por favor no lo cojáis y después lo abandonéis, no merecen eso. 

viernes, 13 de septiembre de 2013

Universitarios!

La semana que viene empiezo la universidad. Después de dos años de preparación hice selectividad, me matriculé y empecé a dirigir mi vida hacia un punto más concreto.

No os voy a engañar, la idea de, después de quince años, dejar a todas las personas que he conocido y los lugares donde he pasado la mayor parte de mi vida no me hace mucha gracia, pero a la vez, siento ese cosquilleo del que empieza algo totalmente nuevo.

La universidad es un lugar extraño en el que, cada vez más, uno es simplemente un número y se pueden pasar estos cuatro años de dos formas:

1.     1.  Pasar de todo, dedicarse a aprobar los exámenes con la mayor nota posible y no hacer mucho ruido para pasar desapercibido ese tiempo hasta poder huir hacia el futuro.

2.     2.  Implicarse, desconectar de tu mundo anterior y centrarte en el presente y el futuro, dejar a todos los amigos del instituto, colegio e infancia atrás y avanzar sin remordimientos.

Yo personalmente no creo que escoja ninguna de esas opciones, yo escogeré mi propia opción, la primera exige ser una persona discreta, comedida, que pase desapercibida…. Lo contrario a mí, y la segunda, requiere una personalidad que te permita confiar plenamente en personas que no conoces y una mente que pueda olvidar todo lo vivido y los sentimientos hacia los que fueron compañeros tuyos.

Yo espero conservar parte de las personas que conozco, hay algunas personas que se perfectamente que van a seguir formando parte de mi vida y otras que, sinceramente, no me importaría no volver a ver nunca.

Mi postura es semiconservadora, es decir, quedarse con lo bueno de los dos lados, de la etapa ya pasada sin renunciar a lo bueno que puede haber en la próxima etapa.


Cada uno que elija.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Summer Paradise!

¡Hola a todos, he vuelto! Perdón por tanto tiempo pero he estado ocupado y además he hecho un cambio de imagen al blog.

Bueno, en esta entrada hablaré de Menorca, este año he pasado unos días en la isla y, la verdad, me sorprendió. Yo pensaba que Menorca era parecido a Calafell, Barcelona o Ibiza pero no, las pequeñas calas menorquinas en las que uno se puede bañar prácticamente solo, lo pequeña pero a la vez enorme que es la isla y la variedad que ofrece la hace genial.


Por supuesto existen playas que están a reventar como Macarella o su “hermana pequeña” Macarelleta, pero no tienen nada que ver con las playas de la península. Para empezar no son playas en las que uno pueda ir en coche hasta la arena, tienen rocas y vegetación, a las pequeñas calas solo se puede acceder en barco (como hice yo) o caminando por la montaña un buen rato y, la gran diferencia, el agua es completamente cristalina y hay un montón de peces cerca de la zona de baño.


Me resulta gracioso que gente como yo pensemos que, para disfrutar de playas así, hay que volar hasta Punta Cana, Cuba o algún destino parecido, es decir, pasarse doce o catorce horas en un avión recluido y no sabemos que, a solo media hora de avión tenemos Menorca, con sus calas preciosas y su maravillosa gente, como los hippies que viven en las cuevas de las calas, vendiendo sus collares y pulseras hechos a mano.


Así que, la conclusión es que valoremos lo que tenemos, porque es posible que encontremos un paraíso mucho más cerca de lo que creíamos que estaba.